martes, 11 de mayo de 2010

¿Qué tal la oposición?

En este poco tiempo que va del nuevo gobierno he observado la actitud de quienes ahora les o mejor dicho nos toca ser de oposición. Imaginaba que sería una conducta con mayor altura en el debate. Considerando el trascendente rol que juega el mencionado grupo, me parece un desperdicio enorme ver la conducta infantil en que han caído algunos connotados (y otros no tanto) políticos. Parece como estar viendo un grupo de niños burlándose de los equívocos que cometen los otros. Y nada más. Cero aporte. Meter bulla, hablar por hablar. Solo eso.

Por años he visto a Iván Moreira, figura emblemática del ahora gobierno, lucir ese rol, pobre a mi juicio. Nunca lo vi dar una entrevista para contar de sus aportes positivo, si es que los tiene (tuvo) solo hablar y hacer ruido, lo que garantiza salir en televisión y con eso deja a sus electores con la sensación de que hace algo. No olvidemos que estamos en los tiempos en que si algo no está en los medio o existe. Su actitud siempre me pareció muy alejada del aporte, su capacidad de generar un debate de ideas siempre fue nula, ahora que se dio vuelta la tortilla veo lo mismo, pero de quienes antes eran gobierno, desfile de figuras criticando hasta la última tontera, tratando de hacerla pasar por trascendental. El problema es que cuando nos quedamos en el detalle, se pasan de largo las cosas que realmente tiene importancia. Hay que ir, necesariamente, más allá de lo accesorio y ahondar en lo fundamental. Sobretodo ahora que, más que antes, hay tanto por hacer.

Criticar obliga necesariamente a proponer positivamente alguna idea para resolver o mejorar aquello que se critica. No sirve, no es aporte. Sobretodo cuando se va por la vida como dueño de la verdad y auto otorgándose el título de ser el único capaz de garantizar gobernabilidad. Esa soberbia, finalmente fue lo que les terminó por pasar la cuenta.

El problema es que si los connotados actúan así, que queda para el ciudadano común y corriente. Cansa la cantidad de personas que repiten como loro los errores y desaciertos cometidos por el actual gobierno, olvidando que tras los veinte años de la Concertación ejemplos para compensar la falta, seguro habrán. Aquí no se trata de andar buscando la figura que haga el empate. Pero cuando critico, debo tener presente mi propio tejado de vidrio.

Me parece que el rol de la oposición es más profundo que eso, es tan trascendente que me parece un desperdicio andar fijándose en lo accesorio y dejar de lado lo verdaderamente importante. En un sistema democrático la única manera que tenemos de que el gobierno de turno no se arranque con los tarros y haga lo que se le antoje es precisamente tener una oposición propositiva, que fiscalice los compromisos de campaña, y mantenga una crítica firme y constructiva.

Ejercer el derecho de criticar, objetar, reclamar el sistema es un derecho propio de la democracia, me parece que la mejor manera de ejercerlo es estar muy bien informado y tener siempre presente los errores cometidos. Por obra o por omisión. Una oposición reactiva, que no usa la imaginación para ejercer un rol que me parece más trascendente, es cero aporte, no hay que olvidar que representan a casi la mitad del universo eletoral.

Siempre debemos tener presente que por el bien de todos es mejor cada uno cumpla su papel correctamente: unos gobernar y los otros una buena oposición, oponerse solo porque ganó entonces hay que hacer que le vaya mal es respirar por la herida, y olvidar que así es la democracia. No olvidemos que en la pasada salimos todos perjudicados, ¿o no?.