
Viaja instalada en avión propio, tal cual si fuera un jefe de estado. Se alojará en la mejor suite de un hotel, viene y se pasea con un séquito de guardias dispuestos a inmolarse por ella, ¿será la mística de la responsabilidad involucrada por el valor intrínseco? Vayas papales contendrán a la acalorada masa de fanáticos. Se vendieron todas la entradas de la estación Mapocho: más de doce mil personas pagaron por entrar y verla dentro de su cajita de cristal. A lo sumo, si es que sucede un milagro, acercarse y posar, para una mítica foto, parado al lado de ella; se mira y no se toca.
Imposible no pensar en que toda la parafernalia asociada a la famosa copa no sea propio de un relato de realismo mágico. En todo el mundo es igual y no tiene que ver con que sea de oro y valga mucho dinero. Es una especie de ídolo, inmóvil, inanimado, mudo, brillante, que todos los machos bien machos, del mundo occidental quieren sentir suya, ya sea jugando para ganársela o apoyando a quienes patean la pelotita. Es el sueño que todos traen desde niños: ser campeones del mundo
Pero como los chilenos no somos tontos, ya tenemos una copia disponible para fotografiarse con ella abrazándola y dándole un efusivo beso. La foto respectiva será publicada en Facebook y los amigos futboleros del fotografiado envidiaran su suerte.
Así que ya saben, si andan por Valparaíso, vayan a encontrarse con ella y viva el sucedáneo de la sensación más parecida a estar al lado de la verdadera.
(Foto diario La Nación)